La desolación cuando nadie quiere tu producto, hasta que llega la Catarsis
No hay situación más cruel para un emprendedor, que sentir que no atrae con lo que ofrece. Cuando sentimos que no estamos “vendiendo” suficiente. Esos números que deseábamos lograr, no aparecen. El éxito deseado se atrasa. Y sentimos que incluso cometimos un error al emprender por empezar. Pero antes de renunciar a la carrera y desesperar… y si mejor nos planteamos, ¿Estamos vendiendo bien?
“LA ENSEÑANZA INESPERADA QUE TONY VELOZ TENÍA PARA NOSOTROS”
Se trata de La era de Hielo 2. Parte de esa Saga que nos trae lindos recuerdos, enseñanzas y risas. Y este personaje particularmente, nos sacó más de una risa y asombro ante tanta fanfarronería y bribonada.
En esta entrega, La famosa era del hielo estaba por llegar a su fin y los animales se deleitaban en un nuevo y cálido paraíso.
Pero Tony Veloz, vio que el deshielo estaba causando inundaciones. Su agudeza y rapidez lo llevó a querer convencer a todos los demás animales de la necesidad de usar sus “elementos a la venta”, una corteza y unas cañas, para prevenir “ahogarse” y así asegurar sus vidas.
Uno de nuestros queridos protagonistas, Manny, ve la treta que el armadillo estaba haciendo y automáticamente salió en defensa de las demás criaturas, haciendo ver que Tony, sólo trataba de vender, sin importarle mentir a todos.
Así todos quitaron su atención de la venta y su veracidad. Y siguieron disfrutando de su día. Aunque finalmente, tuvieron que seguir los consejos dados. Pues Tony Veloz demostró estar en lo correcto, cuando Manny y sus amigos comprobaron que el hielo sí terminaría inundando todo y que tendrían que irse de allí y buscar un lugar más seguro.
Hasta ahí seguimos la historia de nuestros queridos prehistóricos animales y sus aventuras.
¿Pero y cómo ocurre con nuestra aventura?
A veces tenemos el material para ser vendedores, pero no el material adecuado para vender.
En este caso, el astuto armadillo, estaba muy por delante de sus “clientes” y comenzó a ofrecer algo que ellos aún no sabían siquiera que necesitaban.
Más de una vez esto nos ocurrirá…
Después de todo, por algo somos quienes emprenden innovadoras ideas. La visión es algo que nos precede. Por supuesto que nuestras ideas son para bien. Pero, primero hay que atraer con ellas. Entonces de haber “error” al emprender, sería solamente el de apresurarse. De no dar a conocer lo suficiente nuestras propuestas, y permitir que atraigan antes de aventurarnos a concretar todo. Convencer y dejar a los demás ver la necesidad de nuestro producto, para luego ofrecerlo.
Si bien no existe una receta exacta de cómo llevar a cabo nuestros emprendimientos, hoy si podríamos sumar tres ingredientes más, gracias a este supuesto maleante de Tony Veloz.
El primer ingrediente… paciencia. Plantar nuestras ideas, cual semillas, esperando su germinación. Sin apresurar, porque la planta no crecerá. Dejar que todo decante con su debido tiempo.
Tony sólo quería vender. Y descuidó este primer paso. Debió haber dado a conocer la realidad de la inundación que vivirían todos los animales primero, para así poder crear la necesidad de su producto.
El segundo… encanto. Debemos atraer con nuestra propuesta. Será clave para ello, primero comprender cuál es el verdadero valor de nuestro producto y lo que lo hace imprescindible. Así también, tener en claro el perfil de nuestros clientes. Debemos conocer a quién queremos encantar primero, conocer sus gustos para así, poder atinar mejor a lo que ofreceremos.
En el caso de Tony, si sólo lo que él quería era vender, entonces debía adaptarse a la realidad que sus clientes estaban viviendo: Un día soleado sin preocupaciones. Quizás en ese escenario cálido, debía haber ofrecido productos para que los animales se divirtieran bajo el sol… Como una hoja para usar sombrilla, por ejemplo.
Y por último, nuestro tercer ingrediente… perseverancia. Esto es vital, si queremos triunfar, en cualquier cosa que nos planteemos en la vida. Aún más, si se trata de algo que nos apasiona y queremos entregar al mundo. Si ya trabajamos en nuestro producto, y lo hemos fortalecido, ahora sólo nos queda seguir apostando a su éxito.
Nuestro querido armadillo confundió la perseverancia, y sólo siguió su supervivencia. Eso lo hizo cambiar de un producto a otro, sin saber ya qué ofrecer, en vez de mantenerse firme en algo. Esos saltos también generaron desconfianza de sus posibles clientes.
Y aquí viene el ingrediente secreto… Creer en nuestro propio producto. Creer en nosotros como emprendedores y confiar en lo que tenemos para ofrecer. Para no abandonar al primer tropiezo o caída… Porque cuando hayamos logrado el éxito con nuestro emprendimiento, habrá valido la pena cada “fallo” y la recompensa del aprendizaje será mucho mayor.
Tony Veloz, finalmente no logró aprender de sus errores…
Pero nosotros, si podemos aprender de él.
¿Por qué no le enseñamos cómo se hace?
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